En el año 2068 la familia Espitia, pensó en tener un bebe, y decidió consultar en las redes sociales, consultar sobre experiencias y encontró una posibilidad con una nueva empresa que
creaba bebes virtuales.
Muchas familias contaban sus experiencias y se veía perfecto, no había que cambiar pañales, para alimentarlo podías comprar en la misma fábrica comida virtual muy barata, podías escoger si es niño o niña, su altura, el color de los ojos. No era necesario conseguirle colegio y universidad porque podías programar sus conocimientos, sus sentimientos, su llanto, su risa, su alegría, el momento en que comía, en fin todo, podía hacerse como ellos querían.
A la mamá le parecía perfecto, ya que su vida continuaría normal, podía trabajar, seguir haciendo ejercicio, salir a comer, visitar a sus amigas y amigos; pero su esposo prefería tener un bebe de verdad con sus propios sentimientos. Pero aun así fue tanta la insistencia que la mamá compró su bebé, lo hizo perfecto, era cariñoso, nunca lloraba, dormía bastante no le cambiaba el pañal, pasaron 5 años y para que su bebé fuera más real, llevaron al niño al colegio, ahí habían más niños de la tecnología y niños de verdad. La mamá estaba muy orgullosa de su hijo, era el más lindo, el más juicioso, el más obediente, pero era demasiado perfecto.
Un día decidió ir a la fábrica donde podían operarlo y quitarle la tarjeta virtual. Estaban asustados porque cuando despertara el niño tendría su propia forma de ser, cuando despertó el niño siguió siendo el más juicioso, el más amoroso pues sus papás lo habían educado con mucho amor.
La mamá se dio cuenta que había cometido un
error pues su hijo era el mejor como era, sin
tener que decidir ella o su papa por él, y se
encargó de explicarles a las mamás lo
importante que era educar con amor y dejar
que los niños decidan por ellos mismo.
